viernes, 17 de febrero de 2023

VOLVER


No, no voy a hablar de la marcha que acabamos de incorporar dedicada a la Hermandad de San Esteban, entre otras cosas porque no sería objetivo. Tampoco voy a hablar de la multitud de personas que hacían cola desde muy tempramo por escucharnos porque alguno pensaría que somos prepotentes. Ni siquiera voy a hablar de lo que significó para mí este reencuentro, con sabor agridulce, quizás en otra ocasión que me encuentre más preparado y que no me mal interprete nadie...

Hoy voy a hablar de nuevo de vivencias y casualidades, de esas cosas que ultimamente me pasan y que yo me tomo como un aprendizaje continuo o ver la vida de otra manera. Cada día pienso más que todo tiene un por qué. No se quien nos guía o qué nos guía, pero parece que hay cosas que tienen que suceder porque están escritas en algún sitio.

Pues como digo, me levanto como cada día, pensando en lo que me queda por delante. En mil cosas que quiero hacer en el trabajo o que tengo pendientes. En mis problemas, en mi forma de ver las cosas que seguramente no es la correcta pero es la mía. En como me tomo las cosas...en la vida en sí.
Cuando tengo un día así un poco raro, me voy andando al trabajo porque me gusta. Hay quien piensa que desde la Cuesta del Rosario a los Arcos hay un pateo y que es una tontería irte andando cuando tienes un coche y una moto, pero a mi me sirve de terapia. Me pongo mi música y devoro metros con la mente en mil pensamientos y observando las cosas de mi alrededor.

Así me encontraba cuando al salir de mi casa me ocurre la primera casualidad del día. No suelo ponerme música de Semana Santa para escuchar por la calle, todo lo contrario, normalmente escucho rap o incluso reggeton, dependiendo del día. Sin embargo todo fue poner el Spotify y me aparece un radar de novedades con la marcha "Volver", estrenada ayer. Como la verdad es que no la he escuchado bien aún desde fuera, pues le di al play. Claro que como no soy premium, empezaron a sonarme marchas de todo tipo de nuestra banda, todas menos esa.
Con mi mente transportándose a mil sitios estaba por la Plaza de Pilatos y empecé a recordar cosas de la noche de ayer. Debo confesar que no disfruto con los conciertos, son en los momentos que menos disfruto como músico. Yo soy más de calle. Ahora aprovecho los conciertos para otras cosas; mirar el entorno donde tocamos, ver la cara de la gente que acude a vernos o escuchar al narrador de turno. Y últimamente disfruto mucho con esto último porque hay personas, como el amigo Alberto, que saben transmitir lo que sentimos en esos momentos o narra cosas tan bonitas como la de ayer, donde contaba que días antes del concierto fue a la Iglesia para prepararlo y se encontró a una mujer aferrada a la ventana que da a la calle pidiéndole sus cosas al Señor mientras lloraba desconsolada. Y que hoy el Señor no estaba en la ventana esperándola porque se encontraba allí con nosotros en el altar y que se acordaba de aquella mujer y en lo qué habrá pensado esta mañana al no verlo...

Así me encontraba, absorto en mis pensamientos y con mis cascos a todo volumen, cuando de repente al pasar por la puerta de San Esteban observo a una señora que me está haciendo aspavientos para llamar mi atención. Claro, la pobre me había hablado pero yo, entre mi nube y la música no la había escuchado. Era muy mayor y se encontraba justo en la puerta de la Iglesia con una muleta en un brazo y el otro echado sobre el dintel. Al quitarme los cascos me dice: "¿Me puedes llevar?". Uff, mi primera impresión fue pensar: "Vaya marrón Hulio".

Así las cosas, me quedé un poco en fuera de juego pero a mi no me salió otra cosa que decirle: "¡Claro mujer! a lo que ella respondió con un "dame tu brazo".
Empezamos a caninar dirección Puerta Carmona y la verdad es que no se ni a donde íbamos. Ella comenzó hablándome del tiempo: " Qué frío hace hoy miarma. Esto para los del Norte que están acostumbrados y tienen las casas preparadas" Siguió contándome que era la mayor de todas sus hermanas y que por eso había trabajado toda su vida en lo que le había ido saliendo pero que al final solo cotizó ocho años de auxiliar de clínica porque los demás trabajos fueron sin cotizar y que, por eso, le había quedado una pequeña paga de 600 euros de viudedad con la que teniía que pagar muchas cosas. Que los políticos lo estaban haciendo muy mal...que iba a coger el C3 porque tenía que hacer un mandaillo...En los 15 minutos que duró el recorrido me contó mil cosas y por un momento yo me olvidé de las mil mías del trabajo porque me parecían todas insignificantes comparadas con las suyas.

Me tuve que desviar un poco para dejarla en su parada de autobús, pero ver su cara de felicidad y agradecimiento cuando se despedía de mí, no tiene precio. A lo mejor ha pensado que yo le hice un favor, cuando el favor me lo ha hecho ella al empezar el día porque me ha hecho tomármelo de otra manera...

Como digo, no se si las casualidades existen, pero que todo esto ocurra despues de ese regreso a San Esteban del día de ayer y en su misma puerta, da mucho que pensar.

A veces la vida te hace volver a sitios a donde fuimos felices, todo tiene un por qué...o no...

1 comentario:

  1. Preciosoooo ,a veces creemos q nuestros problemas son grandes problemas y son insignificantes comparados con otros.
    Ayudar sienta mejor que ser ayudados.
    Y tú has ayudado a muchaaaa gente.
    Eres estupenda persona,oye y un gran escritor 💫

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